miércoles, 31 de agosto de 2011

Notas para completar la historia de la Venerada Imagen del Gran Poder de Dios (por D. Antonio Ruiz Álvarez).









Como cada año, desde finales del S. XVII, la Imagen del Gran Poder de Dios es, para Su fiesta, patrimonio exclusivo del pueblo. A Él venían en romería, el segundo domingo de julio, a rendir homenaje, no ya del Valle, sino de la isla toda. De Fuerteventura y Lanzarote llegaban romeros que le traían su limosna y sus presentes. De Caracas, Cuba y Puerto Rico venían marinos con las alcancías repletas de dinero que había sido recolectado entre los isleños allá radicados. Cada marinero tenía en su barca una hucha y en ella depositaba el valor de una “soldada”. Así vemos que el bergantín de Pedro González de Acevedo, uno de mis antepasados, dio cuando vino de Caracas el 14 de octubre de 1764, la cantidad de “seiscientos setenta y ocho reales y seis maravedís”, y añadió a este importante donativo la cantidad de una libra de plata en bruto, mas “un poco de seda” que había dado a “criar” en cada de Manuel Rodríguez. Este manuel Rodríguez tenía su criadero y telar en “una casita del "Lomo de los Guirres", según se desprende de un padrón del Puerto que tengo ante mi vista, así como “El libro de cuentas del Señor”, que me sirve de información histórica para completar estas notas. Para contribuir a la fábrica de la nueva Sacristía y de la escalera del Camarín alto donde se guardaban objetos de culto al Señor, su Mayordomo el año de 1746, que lo era don Nicolás Blanco como heredero de su fallecido hermano don Cristóbal, entregó a la Cofradía la cantidad de “seiscientos treinta y dos reales y seis maravedís", como importe líquido de la representación de tres comedias en cuyos gestos había participado don Gregorio Antonio Casañas.

En el año de 1738 se construyen la puerta que daba al altar mayor y que se llamaba "de la Capilla del Señor". La abertura de la misma costó, de pedreros, cal, esquina y cornisa, la cantidad de “quinientos diez y nueve reales y nueve maravedis”. En el mismo año el costo del cuarto para guardar las Andas del señor en la Sala de Mareantes, costó la suma por mitad de “trescientos ochenta y nueve reales, once maravedis”.

También fue en este año de 1788 cuando se abrieron las dos puertas de entrada a la Sacristía y Sala de Mareantes, o sea, las dos colaterales. En esto se gastaron de jornales de carpinteros y madera, la cantidad de “mil doscientos setenta y cuatro reales dos maravedís” y en el ancalado de la Sacristía por la calle costó “doscientos treinta y siete reales trece maravedís”. Por cierto que pegadas a esta Sacristía tenía sus casas de habitación el portugués Juan López, de profesión “aguardientero” y por testamento hecho ante don gabriel Viera del Álamo en 22 de enero de 1739, protocolazo al número 203 del Archivo Parroquial que yo ordené hace ya unos veinte y tantos años y que ignoro en qué condiciones se encuentra en la actualidad, dispuso que dichas casas las administrara el mayordomo de la “Cofradía de la Peña” y que de sus alquileres se pagara cuartillo y medio de (ilegible en el original) a la fábrica de la Parroquia y el resto en misas por su alma y la de su esposa y entre ellas una que “se dirá a la Virgen de la Concepción en el altar del Gran Poder de Dios, en la Iglesia Parroquial”. El año de 1756 se le hizo al Señor la cadena y los grillos que aún lleva.

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