jueves, 1 de agosto de 2013

Columna periodística en homenaje a nuestro Hermano Mayor, Pedro Melián Escobar (Q.E.P.D.)

    
      El periodista Andrés Chaves dedica una hermosa columna a nuestro querido Hermano Mayor, Pedro Melián Escobar, en el periódico El Día.

      Gracias, estimado amigo Andrés, por estas bellas palabras: don Pedro fue un modelo a seguir para muchísimas personas, entre los que nos encontramos todos los miembros de la Hermandad del Gran Poder de Dios.
 
 


En la muerte de un amigo

 
 
 
 

1.- No es usual que yo haga necrológicas en este espacio. César González-Ruano las bordaba, incluso Mapfre le publicó un libro entero, muy grueso, sobre sus obituarios. Pero es que se me ha muerto un amigo y vaya que si lo he sentido. Yo no voy a entierros, porque me da mucha pena del que se va y de sus familias, que se quedan. Por eso albergo la sana esperanza de que nadie, ni siquiera los más allegados, vayan al mío. Uno de los que hubiera estado allí, si no se hubiese marchado antes, es mi compadre Pedro Melián Escobar. Si se usara sombrero en estos tiempos, sólo el pronunciar este nombre provocaría que los presentes, o ustedes, los lectores, se descubrieran. Porque si en el Puerto de la Cruz, en el de antes y en el de ahora, existe una familia honrada es la de los Melián. Lo dije cuando se fue Manolo, hace poco, y lo digo ahora que se ha ido Pedro a encontrarse con él. Y con Santiago. Era un administrador cabal de los bienes de los demás y un entusiasta cofrade y un gran conversador y un enamorado de su ciudad natal. Y un modelo de respeto por los demás. Podría haber dado clases de buena educación en cualquier academia, porque la tenía con premio extraordinario. Había cumplido 86, pero parecía que tenía quince menos.




2.- Él y su esposa, Conchita Carrillo, un encanto de mujer, formaban un matrimonio unido, desde el principio hasta el final. Dos hijos, Pedro, al que le dio por la economía y la banca; y Corina, que es licenciada en derecho y procuradora de los tribunales. Pedro es mi ahijado. Dicen que a falta del padre, el padrino debe ocuparse del ahijado. Yo llego tarde porque él ya es un hombre, pero si necesita algo de mí sabe que me tiene. Una vez, me cuenta Isauro Abréu, Pedro Melián se quedó prisionero de una atarjea, en La Orotava. Hacía gestos para que lo sacaran de allí, pero la gente creía que se estaba divirtiendo y nadie le hacía caso. Podía haberse ahogado. Vaya hombre entusiasmado cuando los entrenadores de la época descubrieron a Pedrito como un tremendo jugador de fútbol. No sé si luego hubo alguna lesión que truncó la carrera del chico. Tú a los Melián le podías poner lingotes de oro en sus manos que al cabo de los años ellos te devolverían los mismos lingotes y en el mismo orden de entrega. Eran una pasada.




3.- Yo lo veía en el Puerto, de vez en vez, sobre todo en la Semana Santa, dirigiendo la maniobra de entrada y salida del Gran Poder de Dios. Con él está ahora y el Viejito le tendrá que devolver a Pedro, en el Cielo, tantas entradas y salidas de la iglesia de la Peña. Descansa en paz, amigo. Dejas una familia estupenda y mucho respeto. Un fuerte abrazo.


Andrés Chaves.
 
 

Miércoles, 31 de Julio de 2013.

1 comentario:

  1. Una columna más que merecida. Don Pedro Melián, siempre en nuestro corazón.

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